Había una vez un cuento tan pero tan grande que los
duendes de los cuentos no sabían donde guardarlo.
Al duende más Orejón se le ocurrió guardarlo en el
fondo del mar.
Y todos juntos trasladaron con mucho esfuerzo hasta
el mar.
Cuando comenzaron a llevarlo hasta el fondo, se
dieron cuenta que algo raro pasaba en él. El agua salada despintaba las letras
y el cuento se borraría.
Inmediatamente lo sacan del agua del mar.
Y ahora… ¿A dónde lo llevaremos?
Todos los duendes de los cuento pensaban y nada se
les ocurría.
El duende más dientudo dijo a los gritos:
-Al desierto, allí lo llevaremos.
Y nuevamente todos los duendes trasladaron con gran tenacidad este cuento
tan pero tan grande.
Llegaron al desierto y se dieron cuenta que algo raro
pasaba en él. La lluvia de arena hacia pequeños agujeros en el cuento y se
rompería.
Inmediatamente lo alejaron del desierto.
Y ahora… ¿A dónde lo llevaremos?
Todos los duendes de los cuento pensaban y nada se
les ocurría.
El duende más estudioso dijo a los gritos:
-Al bosque, allí lo llevaremos.
Y nuevamente todos los duendes trasladaron con gran voluntad este cuento tan
pero tan grande.
Llegaron al bosque
y se dieron cuenta que algo raro pasaba en el. Las coníferas hacían agujeros, más agujeros y más agujeros.
El cuento y se rompió en mil pedazos.
Los duendes de los cuentos estaban muy tristes y
preocupados, pensando que podían hacer ahora.
Todos los duendes de los cuento pensaban y nada se
les ocurría.
El duende más ingenioso dijo a los gritos:
-uniremos las partes y haremos pequeños libros que
pondremos en unos estantes.
Y así nacieron las bibliotecas.